Rebeca Marín
Por ello, estas unidades importadas de países con los que México no tiene tratado de libre comercio, incluyendo el país asiático, perderán la exención arancelaria de entre 15 y 20% que se otorgó desde septiembre de 2020, con el propósito de promover la compra de vehículos eléctricos y mejorar el ambiente, informaron los especialistas de la AMTM.
Durante el conversatorio "Factibilidad del uso de Energías Limpias en el Transporte", organizado por la Asociación Mexicana de Transporte y Movilidad (AMTM), los expertos explicaron que este decreto, vigente hasta el final de la actual administración, pretendía reducir los costos de importación para incentivar la compra de vehículos eléctricos y promover una movilidad más sostenible, lo cual significó una disminución en los precios de los autos eléctricos de hasta 400 mil pesos.
Al participar en el panel "El papel de la electromovilidad", consideraron, sin embargo, que el escenario que se dibuja para el próximo gobierno federal es un auge de unidades eléctricas para el transporte público, toda vez que existen diversas compras consolidadas a nivel nacional, así como nuevos modelos de negocio.
Para los asistentes, quienes participaron en representación de empresas como Fotón México, Volvo Buses y Yutong México, más que un tema ambiental, el principal beneficio que trajo la electromovilidad al sector del transporte público fue la disciplina, porque introdujo orden tanto físico, como a las compras y al financiamiento, en un mundo marcado por el caos y la improvisación.
Algunos de los elementos que los llevaron a esta conclusión, son que ya nadie va a financiar buses que cuesten el doble que los vehículos a diésel, si no tiene claro cuál es el marco regulatorio, cuál es el escenario legal y cuál va a ser el flujo de ingresos del transportista por 15 años, temas que obligan, tanto a las autoridades como a los diferentes participantes del sector a promover reformas al transporte público.
Aunque consideraron que al usuario le da igual qué tipo de transporte público usar, desde el punto de vista político y ambiental, una unidad eléctrica resulta tan atractiva, que los tomadores de decisiones se vieron obligados a generar todo un soporte legal. Otro ángulo de la disciplina que provocó esta tecnología es que el transportista tuvo que profesionalizarse, ya que los vehículos eléctricos precisan patios especiales para su resguardo y no, como en el caso de los autobuses a diésel, sólo un lugar donde estacionarse, como por ejemplo un terreno baldío.
Asimismo, coincidieron en que la electromovilidad atrajo nuevos jugadores que antes no existían, como inversionistas y empresas del sector energético, quienes, con otro tipo de tecnología y falta de condiciones legales, simplemente no arriesgaría su dinero.