Sobre el chapulineo de diputados hacia Morena falta mucho qué contar, sobre todo en el caso de Silvia Sánchez Barrios, quien en plena madrugada —unas horas antes la instalación de la III Legislatura en Donceles— dijo adiós al PRI por medio de un WhatsApp.
Lo grave no es que se haya ido, pues ése ha sido el pan de todos los días, sino la forma tan poco ortodoxa de hacerlo. Pero falta saber las razones de fondo para que tomara esa decisión, y que tendrían que ser aclaradas por su expartido.
Se habla de un documento elaborado y firmado por integrantes de la familia Sánchez Barrios, en el que exigían a sus dirigentes una serie de condiciones económicas y varias posiciones de poder, que los altos mandos del tricolor rechazaron.
A pesar de que sus peticiones no fueron aceptadas, la familia de comerciantes jamás habló de rompimiento alguno. Ni siquiera después de que a Silvia le negaran la coordinación de la fracción legislativa, que era una de sus exigencias.
Por eso sorprendió que, apenas dio el brinco al oficialismo, la diputada declarara que lo hacía para apoyar un proyecto que, incluso, sería benéfico para quienes votaron por ella; olvidó que llegó a Donceles por la vía plurinominal.
También parece no recordar el apoyo que el partido le brindara cuando dos integrantes de su familia fueron encarceladas injustamente, con carpetas judiciales armadas por el gobierno al que ahora apoya.
O sea, hoy decide entregarse a los brazos de quienes fueron sus verdugos, y que utilizaron el poder del Estado para meter a la cárcel a la matriarca de la familia, Alejandra Barrios, y a la activista Diana Sánchez Barrios, quien, por cierto, es su suplente en el Congreso de la CDMX.
Si el brinco lo hubiera dado por la presión del oficialismo, a cambio de que las carpetas judiciales contra su familia fueran cerradas definitivamente, hasta se entendería. Quién no sacrificaría todo por la familia.
Pero más de uno habla de la existencia de la lista de peticiones que la familia hizo al PRI antes de decidir dar el salto, lo cual cambiaría el panorama. Cualquiera podría pensar que se fue a Morena —que requería un voto para la mayoría calificada— para que le cubrieran sus necesidades.
Por eso es urge que su ahora expartido haga público el documento que, al más puro estilo del panista Markito Cortés —que acusó a Manolo Jiménez de no cumplir con la entrega de cargos comprometidos por ayudarle a ganar en Coahuila—, la familia Sánchez Barrios firmó.
Sobre todo porque en las altas esferas del tricolor consideraron el escrito de su ahora exmilitante como algo más cercano a un intento de chantaje o extorsión, que a un listado de peticiones que, incluso, pudieron haber sido válidas.
No se trata de algo personal, pero por la salud del PRI, de la diputada y de la propia 4T, se debe aclarar el asunto, pues la ciudadanía lo merece.