En este espacio se ha narrado lo que comentaba Andrés Manuel López Obrador, cuando desde el Zócalo observaba como activista inalcanzable Palacio Nacional.
--"Desde ahí se puede hacer todo"--, solía decirle a quienes le escuchaban, viejos dirigentes políticos de aquellas luchas partidarias.
En 2018 arribó al poder con un bono democrático imposible de conseguir en las últimas tres décadas por candidato presidencial alguno.
Pero con el paso de los meses y hasta llegar al final de su sexenio, las expectativas fueron incumplidas.
Las obras faraónicas, sello de su sexenio y que consumieron un descomunal presupuesto, resultaron un verdadero fiasco.
El polémico Aeropuerto Felipe Ángeles, no es usado ni por él mismo pese a estar asentado en una base militar y porque usa aeronaves de la Fuerza Aérea Mexicana.
El Tren Maya ha sido una y otra vez cuestionado por la catástrofe ambiental generada en su construcción, y las denuncias de corrupción.
Sumado a ello, son los demenciales recursos invertidos que triplicaron lo proyectado originalmente.
Otra caja de mentiras, tretas y engaños fue la dos veces inaugurada refinería de Dos Bocas, en Tabasco.
López Obrador acudió el fin de semana a darle el banderazo al falso proceso de refinación de barriles de petróleo.
Pero eso es mentira, dicha refinería no ha procesado ni un litro de combustible.
Eso sucederá por muy pronto a principios de 2025, según vaticinan especialistas en materia energética.
El caso es que a días de dejar el poder, el Presidente no ha visto ni verá concretadas sus obras.
Sin embargo, echó a perder el proyecto del aeropuerto de Texcoco de talla mundial, por supuestos actos de corrupción que nunca comprobó.
La obra del Tren México-Toluca que prometió terminar a Enrique Peña Nieto, tampoco la concluyó. Era evidente que no sería prioridad para su administración.
¿Cuál es el saldo del gobierno de la 4T? ¿Qué cuentas le entregará a los mexicanos?
El resultado se puede resumir en polémica, polarización, confrontación, ataques, censura, denostación y división.
Enfrentamientos entre chairos y fifís; conservadores y una nueva casta que hizo de la corrupción su modus vivendi.
La herencia: un baúl interminable de mentiras, diatribas, imposiciones, atropellos, abusos, autoritarismo e intolerancia.
El Presidente partirá frustrado porque no cumplió sus metas; sólo encumbró a su partido encarrilado en una maquinaria que le imitó al priismo.
Y de antemano, no está seguro de que su legado llegue a buen puerto.
Tal vez más pronto que tarde se concrete el apotegma: "Viva el rey muera el rey".